Andalucía 2x8.000 Karakorum
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aot 03
Dispatch #41
Published at 17:43
CB GASHERBRUMS
3 de agosto de 2012
Son las 6,30 de la mañana aunque ya llevo tiempo despierto, dando vueltas en la cabeza al contenido de este relato y de vez en cuando, dejando volar mi mente a lo vivido en los intensos últimos días. No podéis imaginar lo calentito que estoy entre tanta pluma y dentro de esta pequeña tienda de campo base donde sobre todo, por momentos no quepo en el saco de dormir de tanta satisfacción.
GASHERBRUM 2, la montaña sin imaginación.
Planear una ascensión a una gran montaña puede parecer una tarea inexistente y aun más cuando quien se embarca en semejante aventura, lo hace desde años atrás. Nada más lejos de la realidad, en esta ocasión personalmente sopesé numerosos factores antes de decidirme por el G2 y nada podía quedar al azar. Regresar a un 8.000, después de lo vivido en el Lhotse ha sido para mi, la expedición más comprometida.
Dirigirme al G2 ha estado condicionado por tratarse de un 8.000 fácil (cuestionable si no hay nadie), masificado y así solo te tienes que preocupar de que el puño bloqueador, este bien puesto en la cuerda y que las cabeceras de anclaje sean sólidas. Es decir que solo tenia ganas de intentar realizar una ascensión sin tener que poner mucha imaginación, minimizando riesgos, en compañía de amigos. En definitiva pasarlo bien y ponerme a prueba mental y físicamente, para obtener una serie de conclusiones sobre mi futuro ochomilero.
Como podéis leer, un extraordinario argumentario que nada ha tenido que ver con la puñetera realidad de lo vivido. Posiblemente debido a la falta de imaginación del contenido real del proyecto y que tal vez podíamos encontrar en el añadido de intentar también el G1.
¿Recuperar material o intentar cima?
El 28 de julio se nos presentaba como fecha limite, para hacer un intento de cima o recoger todo el material depositado en los campos 1 y 2. Y con los partes meteorológicos disponibles en esa fecha, decidimos subir más con esta ultima idea, sin descartar que se pudiese producir una ventana real de buen tiempo, que la nieve se asentase y nos permitiera progresar con seguridad entre el C2 y C3, mientras que la travesía superior ya seria otro tema y por último, consideramos importante recuperar las cuerdas fijas instaladas por las expediciones comerciales, aunque era una cuestión secundaria ya que podríamos solucionarlo con nuestras capacidades técnicas y el material que subimos por si era necesario. La conclusión real: misión imposible ¿Íbamos realmente a intentar escalar el G2?
No podíamos empezar peor. A las dos de la mañana cuando nos levantamos, nevaba copiosamente. Aun así decidimos continuar, ya no teníamos nada que perder. El iraní Mhadi, que se unía al grupo, se presentó en la tienda comedor preguntando si posponíamos la salida hasta la 4 h, quedo un poco perplejo cuando le dijimos que de eso nada. No podéis imaginar con cuanta rabia inicie la ascensión y el supremo cabreo con el que llegué al C1. Afortunada mente a lo largo de la mañana mejoró el tiempo y quedo un buen día que nos volvió a dar algo de esperanzas (pocas), sol y arriba mucho viento que parecía limpiar de nieve la zona alta.
El día 29, temprano continuamos con la ascensión, en contra de la información ofrecida por unos escaladores polacos, llegamos sin problemas hasta las cuerdas fijas y las descubrimos, esta zona de arista comprometida quedaba asegurada para la bajada, ya que ese momento es el que más nos preocupa, después de intentar la cima, descendiendo cansados. Ferrán lideró la ascensión haciendo un trabajo excelente. Llegó primero al C2 temprano y se lanzó a descubrir las cuerdas entre que debían llevarnos hasta el C3 y comprobar el estado de la nieve. Todo se desarrolló mucho, mucho mejor de lo previsto. Localizó y descubrió la cuerda, la nieve esta bastante estable y aun no había comenzado a pegarle el sol del día, que terminó siendo implacable. Decidimos continuar hasta el C3, si el tiempo continuaba bueno al amanecer.
Para la mañana del 30 planificamos una estrategia que nos permitiese asegurar la llegada al C3: Jose y Ferrán saldrían primero, con poco peso y cuerda, para abrir la huella y terminar de abrir la puerta a un intento de cima. Los demás iremos detrás con todo lo necesario para instalar el C3, en esta tarea nos ayudará Basheer, el porteador de altura de Ferrán que se bajaría al C2 a esperar nuestro regreso.
Volvemos a clavarla, instalamos el C3 y utilizamos tiendas abandonadas, por lo que Basheer se baja una de las que habíamos subido. Ahora el plan se convierte en definitivo: a las 22 horas saldríamos con 100 m de cuerda ligera, para intentar la cima desde 7.000 m. Por la tarde Pepe sube a localizar las cuerdas y lo consigue, destapando la primera parte, satisfacción y tranquilidad para todos. Estas cuerdas son verdaderamente importantes para el regreso.
Intento de cima.
A las 22 h, del día 31 todos en marcha. Buen tiempo. Según ascendemos recuperamos la cuerda y algo más tarde de lo previsto, llegamos a una tienda abandonada a 7.400 m. Miguel que llega con los pies muy fríos, necesita algo de ayuda para recuperarlos, un grupo avanzado busca la ruta y abre huella en la oscuridad. Con las primeras luces nos aproximamos a la arista que debe llevarnos a la otra vertiente. Un viento gélido nos da la bienvenida y el grupo se rompe: unos alcanzan la arista, Fernando y yo decidimos esperar más abajo, hace mucho frío y siento que se me hielan los pies. Cuando baja la fuerza del viento, nos dirigimos a donde están los compañeros y resulta sorprendente el cambio de temperatura que se produce al otro lado de la aristas, en la vertiente China.
Nos encontramos a 7.800 metros desde las 7 h, y decidimos esperar algún cambio de condiciones para intentar cima, pasan las horas y nada, el viento por encima de nuestras cabezas es insoportable. Las ráfagas que vienen desde Pakistán no permiten movimientos hacia arriba. La situación es absurda, 6 escaladores expuestos a la altitud extrema esperando lo improbable.
Intento desesperado a la cima del G2.
A las 13 horas y después de varias llamadas a los meteorólogos, viendo que la cosa no mejoraba la mayoría del grupo decide ascender hasta donde se pueda. Yo considero más acertado esperarlos, para no gastar fuerzas y guardarlas para lo que podría ser un descenso difícil en la noche. Me dedico a filmarlos durante la escalada y observo como cambia la dirección del viento que comienza soplar desde la vertiente China; el Chogolisa se presenta despejado en la vertiente pakistaní y el que tenía ahora todas las papeletas para no hacer cima iba a ser yo. Así que tomé los piolets e inicié una carrera extenuante, para acortar la distancia con Fernando que fue el último en salir.
El trabajo realizado por los de cabeza fue extraordinario, abrieron la huella y afrontaron la escalada de los últimos 50 metros de arista muy aérea, que llevan a la cima y donde el viento si era ciertamente peligroso. Ninguno creíamos lo que estábamos viviendo, la felicidad era evidente en los rostros de todos. Estábamos en la cima del G2. Habíamos escalado la montaña y estábamos allí arriba solos ¿imaginamos esta situación alguna vez? JAMAS.
Bajada al límite en la oscuridad.
Como era de esperar, la bajada la hicimos de noche. En el lugar de espera, preparamos los frontales e iniciamos el descenso, en busca de la travesía. Cansados muy cansados. Llegamos a la tienda abandonada en el C4 y nos metimos cinco en lo que quedaba de ésta. Con las primeras luces continuamos el descenso por las cuerdas hasta el C3, donde llegamos y nos dispusimos a descansar. A las 13 horas iniciamos el descenso desde el C3 y a las 22 horas llegamos al C2. El estado de la nieve era deplorable haciendo nuestra progresión penosa.
En el C1, conocemos la peor noticia de la expedición, afortunadamente sin ir a mayores. Ferrán había caído en una grieta, salvando la vida. Más de 15 metros de caída y parecía tener alguna costilla rota. El día 2 a las 5 de la mañana me dirijo a su tienda, esperando encontrar lo peor. El encuentro es emotivo, nos abrazamos emocionamos y a causa de su afonía me susurra: tu sabes lo que es esto, he vuelto a nacer. A pesar de la emoción compruebo que esta bien, alguna herida en la cabeza y toca pensar en la bajada por el glaciar, que se empeñaría en ser protagonista de la bajada, a la que dedicamos más de 6 horas.
Adiós G2, gracias por permitirnos vivir una aventura integra. Nos has permitido escalar una verdadera montaña de 8.000 metros, a pesar de quejarme en algún momento, pero en el fondo es lo que me gusta y por ello estoy agradecido. Bueno… esa dichosa meteo del Karakorum.
Otra vez gracias por permitirme conseguir mi primer 8.000 en el Karakorum.
También creo que los ochomiles nos seguirán ofreciendo experiencias relativas y condicionadas a la cantidad de personas que te puedas encontrar durante la escalada. Así son más o menos difíciles estas montañas y esta realidad no debe llevar a distorsionar el valor de cada ascensión.
Manuel González (Lolo)
3 de agosto de 2012
Son las 6,30 de la mañana aunque ya llevo tiempo despierto, dando vueltas en la cabeza al contenido de este relato y de vez en cuando, dejando volar mi mente a lo vivido en los intensos últimos días. No podéis imaginar lo calentito que estoy entre tanta pluma y dentro de esta pequeña tienda de campo base donde sobre todo, por momentos no quepo en el saco de dormir de tanta satisfacción.
GASHERBRUM 2, la montaña sin imaginación.
Planear una ascensión a una gran montaña puede parecer una tarea inexistente y aun más cuando quien se embarca en semejante aventura, lo hace desde años atrás. Nada más lejos de la realidad, en esta ocasión personalmente sopesé numerosos factores antes de decidirme por el G2 y nada podía quedar al azar. Regresar a un 8.000, después de lo vivido en el Lhotse ha sido para mi, la expedición más comprometida.
Dirigirme al G2 ha estado condicionado por tratarse de un 8.000 fácil (cuestionable si no hay nadie), masificado y así solo te tienes que preocupar de que el puño bloqueador, este bien puesto en la cuerda y que las cabeceras de anclaje sean sólidas. Es decir que solo tenia ganas de intentar realizar una ascensión sin tener que poner mucha imaginación, minimizando riesgos, en compañía de amigos. En definitiva pasarlo bien y ponerme a prueba mental y físicamente, para obtener una serie de conclusiones sobre mi futuro ochomilero.
Como podéis leer, un extraordinario argumentario que nada ha tenido que ver con la puñetera realidad de lo vivido. Posiblemente debido a la falta de imaginación del contenido real del proyecto y que tal vez podíamos encontrar en el añadido de intentar también el G1.
¿Recuperar material o intentar cima?
El 28 de julio se nos presentaba como fecha limite, para hacer un intento de cima o recoger todo el material depositado en los campos 1 y 2. Y con los partes meteorológicos disponibles en esa fecha, decidimos subir más con esta ultima idea, sin descartar que se pudiese producir una ventana real de buen tiempo, que la nieve se asentase y nos permitiera progresar con seguridad entre el C2 y C3, mientras que la travesía superior ya seria otro tema y por último, consideramos importante recuperar las cuerdas fijas instaladas por las expediciones comerciales, aunque era una cuestión secundaria ya que podríamos solucionarlo con nuestras capacidades técnicas y el material que subimos por si era necesario. La conclusión real: misión imposible ¿Íbamos realmente a intentar escalar el G2?
No podíamos empezar peor. A las dos de la mañana cuando nos levantamos, nevaba copiosamente. Aun así decidimos continuar, ya no teníamos nada que perder. El iraní Mhadi, que se unía al grupo, se presentó en la tienda comedor preguntando si posponíamos la salida hasta la 4 h, quedo un poco perplejo cuando le dijimos que de eso nada. No podéis imaginar con cuanta rabia inicie la ascensión y el supremo cabreo con el que llegué al C1. Afortunada mente a lo largo de la mañana mejoró el tiempo y quedo un buen día que nos volvió a dar algo de esperanzas (pocas), sol y arriba mucho viento que parecía limpiar de nieve la zona alta.
El día 29, temprano continuamos con la ascensión, en contra de la información ofrecida por unos escaladores polacos, llegamos sin problemas hasta las cuerdas fijas y las descubrimos, esta zona de arista comprometida quedaba asegurada para la bajada, ya que ese momento es el que más nos preocupa, después de intentar la cima, descendiendo cansados. Ferrán lideró la ascensión haciendo un trabajo excelente. Llegó primero al C2 temprano y se lanzó a descubrir las cuerdas entre que debían llevarnos hasta el C3 y comprobar el estado de la nieve. Todo se desarrolló mucho, mucho mejor de lo previsto. Localizó y descubrió la cuerda, la nieve esta bastante estable y aun no había comenzado a pegarle el sol del día, que terminó siendo implacable. Decidimos continuar hasta el C3, si el tiempo continuaba bueno al amanecer.
Para la mañana del 30 planificamos una estrategia que nos permitiese asegurar la llegada al C3: Jose y Ferrán saldrían primero, con poco peso y cuerda, para abrir la huella y terminar de abrir la puerta a un intento de cima. Los demás iremos detrás con todo lo necesario para instalar el C3, en esta tarea nos ayudará Basheer, el porteador de altura de Ferrán que se bajaría al C2 a esperar nuestro regreso.
Volvemos a clavarla, instalamos el C3 y utilizamos tiendas abandonadas, por lo que Basheer se baja una de las que habíamos subido. Ahora el plan se convierte en definitivo: a las 22 horas saldríamos con 100 m de cuerda ligera, para intentar la cima desde 7.000 m. Por la tarde Pepe sube a localizar las cuerdas y lo consigue, destapando la primera parte, satisfacción y tranquilidad para todos. Estas cuerdas son verdaderamente importantes para el regreso.
Intento de cima.
A las 22 h, del día 31 todos en marcha. Buen tiempo. Según ascendemos recuperamos la cuerda y algo más tarde de lo previsto, llegamos a una tienda abandonada a 7.400 m. Miguel que llega con los pies muy fríos, necesita algo de ayuda para recuperarlos, un grupo avanzado busca la ruta y abre huella en la oscuridad. Con las primeras luces nos aproximamos a la arista que debe llevarnos a la otra vertiente. Un viento gélido nos da la bienvenida y el grupo se rompe: unos alcanzan la arista, Fernando y yo decidimos esperar más abajo, hace mucho frío y siento que se me hielan los pies. Cuando baja la fuerza del viento, nos dirigimos a donde están los compañeros y resulta sorprendente el cambio de temperatura que se produce al otro lado de la aristas, en la vertiente China.
Nos encontramos a 7.800 metros desde las 7 h, y decidimos esperar algún cambio de condiciones para intentar cima, pasan las horas y nada, el viento por encima de nuestras cabezas es insoportable. Las ráfagas que vienen desde Pakistán no permiten movimientos hacia arriba. La situación es absurda, 6 escaladores expuestos a la altitud extrema esperando lo improbable.
Intento desesperado a la cima del G2.
A las 13 horas y después de varias llamadas a los meteorólogos, viendo que la cosa no mejoraba la mayoría del grupo decide ascender hasta donde se pueda. Yo considero más acertado esperarlos, para no gastar fuerzas y guardarlas para lo que podría ser un descenso difícil en la noche. Me dedico a filmarlos durante la escalada y observo como cambia la dirección del viento que comienza soplar desde la vertiente China; el Chogolisa se presenta despejado en la vertiente pakistaní y el que tenía ahora todas las papeletas para no hacer cima iba a ser yo. Así que tomé los piolets e inicié una carrera extenuante, para acortar la distancia con Fernando que fue el último en salir.
El trabajo realizado por los de cabeza fue extraordinario, abrieron la huella y afrontaron la escalada de los últimos 50 metros de arista muy aérea, que llevan a la cima y donde el viento si era ciertamente peligroso. Ninguno creíamos lo que estábamos viviendo, la felicidad era evidente en los rostros de todos. Estábamos en la cima del G2. Habíamos escalado la montaña y estábamos allí arriba solos ¿imaginamos esta situación alguna vez? JAMAS.
Bajada al límite en la oscuridad.
Como era de esperar, la bajada la hicimos de noche. En el lugar de espera, preparamos los frontales e iniciamos el descenso, en busca de la travesía. Cansados muy cansados. Llegamos a la tienda abandonada en el C4 y nos metimos cinco en lo que quedaba de ésta. Con las primeras luces continuamos el descenso por las cuerdas hasta el C3, donde llegamos y nos dispusimos a descansar. A las 13 horas iniciamos el descenso desde el C3 y a las 22 horas llegamos al C2. El estado de la nieve era deplorable haciendo nuestra progresión penosa.
En el C1, conocemos la peor noticia de la expedición, afortunadamente sin ir a mayores. Ferrán había caído en una grieta, salvando la vida. Más de 15 metros de caída y parecía tener alguna costilla rota. El día 2 a las 5 de la mañana me dirijo a su tienda, esperando encontrar lo peor. El encuentro es emotivo, nos abrazamos emocionamos y a causa de su afonía me susurra: tu sabes lo que es esto, he vuelto a nacer. A pesar de la emoción compruebo que esta bien, alguna herida en la cabeza y toca pensar en la bajada por el glaciar, que se empeñaría en ser protagonista de la bajada, a la que dedicamos más de 6 horas.
Adiós G2, gracias por permitirnos vivir una aventura integra. Nos has permitido escalar una verdadera montaña de 8.000 metros, a pesar de quejarme en algún momento, pero en el fondo es lo que me gusta y por ello estoy agradecido. Bueno… esa dichosa meteo del Karakorum.
Otra vez gracias por permitirme conseguir mi primer 8.000 en el Karakorum.
También creo que los ochomiles nos seguirán ofreciendo experiencias relativas y condicionadas a la cantidad de personas que te puedas encontrar durante la escalada. Así son más o menos difíciles estas montañas y esta realidad no debe llevar a distorsionar el valor de cada ascensión.
Manuel González (Lolo)
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