EXPEDICIÓN EN KAYAK: ISLA CHETUMAL

avril 14

Dispatch #14

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Queridos amigos y amigas:

Este día les voy a contar lo que me pasó el 13 de Abril correspondiente al
sexto día de navegación efectiva y al séptimo desde que salí de Chetumal,
quiero comentarles que éste era el día clave de toda la expedición ya que se
trataba del día en que se iba a dilucidar si podría seguir hacia delante con
la expedición al poder salir de los canales, o por el contrario tenía que
dar media vuelta y renunciar a continuar con mi sueño, dejando inconclusa la
expedición.

Este día me levanté con el sonido envolvente de la aves al amanecer y me
encontraba de buen ánimo y seguro de que iba a poder lograr encontrar el
camino de salida de esta increíble maraña de laberínticos canales en el que
me sentía como una rata blanca de laboratorio a las que les hacen este tipo
de pruebas de seguir un laberinto y son premiadas si logran salir de él,
incluso tenía la sensación de que había alguien mirándome por encima del
hombro observando y anotando cada uno de mis movimientos y de mis reacciones
(me imagino que así deben de sentirse las pobres ratas y ratones cuando
experimentan con ellos). El caso es que a pesar de conocer ya mi ubicación
exacta decidí seguir la estrategia planteada la noche anterior de ir
marcando con una cinta de tela naranja (que ya tenía preparada previamente
desde antes de mi salida de Chetumal por si se daba el caso) aquellos pasos
conflictivos, así como las entradas y salidas de los canales y de las
lagunas. Durante el recorrido observé además de algunas de las famosas
cintas de color negro, otras cintas plásticas de color naranja dejadas por
otras personas que pasaron anteriormente por esta zona, me imagino que de
una expedición científica que pasó unos días antes que yo, aunque creo que
en sentido contrario. El ir encontrando estas señales de alguna forma me
confirmaba que llevaba el camino correcto, aunque no me dejé influir por
ellas para evitar que me pudiera pasar lo del día anterior que me desorientó
una de las marcas que encontré, así que yo iba atento a mi camino, a mi
mapa, a mi brújula, la cual desde entonces no solté jamás y a mis propias
marcas, que en ocasiones al equivocarme de camino tuve que desatar para
evitar que crearan una confusión posterior. Sabía que si por cualquier causa
tenía que regresarme, fácilmente podría encontrar la ruta de retorno.

El recorrido lo realicé en todo momento de forma lenta pero segura, en
ocasiones tenía que retroceder por equivocarme de canal y buscar el camino
correcto, pero en general ya no fue tan difícil ir encontrando el rumbo
adecuado (el cual confirmaba constantemente con mi brújula). Donde más
tiempo perdía era colocando las señales, pero no quise dejar de hacerlo por
si tenía que regresarme y así no perderme de nuevo o por si más adelante
quisiera retornar y atravesar este área nuevamente o si alguien más quisiera
hacer el recorrido ya estaría marcado correctamente. Así que la buena
noticia para los que quieran hacer el trayecto es que está completamente
marcado el trayecto con cinta visible de tela de color naranja, cada pocas
decenas de metros, desde la Laguna de las 5 Islas hasta la salida del primer
canal en la Laguna Chile Verde y viceversa, por si alguien quisiera hacer la
ruta aunque fuera en sentido contrario.

He de comentarles que fue difícil navegar por estos canales con mi kayak de
mar de fibra de vidrio de 5 metros de eslora ya que a veces los canales eran
muy estrechos, incluso en ocasiones de apenas 1 metro de ancho y hasta
menos todavía. De vez en cuando me equivocaba y llegaba a canales ciegos
(sin salida) y donde tenía que darme la vuelta o salir hacia atrás, más de
una vez me quedé atascado con el lodo y la vegetación y no podía ir para
delante ni para atrás, aunque finalmente me buscaba las mañas para salir de
este tipo de apuros y situaciones sin tener que bajarme del kayak,
haciéndome cada vez más habilidoso en estos menesteres, con lo cual nunca me
arrepentí de usar este tipo de kayak, al contrario estaba muy contento,
porque este kayak es relativamente veloz y bastante estable para su tipo y
clase, además cuenta con una considerable capacidad de carga, lo que me
permitió estibar y transportar mucho equipo, mi campamento personal y la
comida y agua necesaria para este largo viaje en el que por navegar solo no
podía dividir el material que podría haber sido común entre algún otro
compañero y yo y tampoco tenía un apoyo logístico de campamentos y
alimentación, así que yo solo transportaba en total en este kayak más de 70
kgs. de equipo y pertrechos diversos (lo más pesado eran los 30 litros de
agua con los que salí originalmente desde Chetumal, calculados para una
duración de entre 6 y 8 días), además había que añadir mi peso (y no soy
precisamente livianito, aunque no les voy a decir lo que peso je, je, je).
Incluso pienso que la gran longitud del kayak ayudó a distribuir
uniformemente el peso que cargaba de manera que no se hundía mucho y su
calado era muy pequeño, por eso casi no tuve problemas para pasar por zonas
de escaso nivel de agua, exceptuando la última parte del recorrido del canal
donde el agua era escasísima, como 4-5 dedos de profundidad (les anexo una
fotografía con una imagen satelital indicando las zonas donde es difícil
remar y hay que bajar del kayak). Así que a partir de esta zona no tuve más
remedio que descender del kayak y sujetarlo a mi cuerpo con una especie de
arnés de cuerda que hice y mientras que yo caminaba en el arroyo,
aproximadamente durante un kilómetro y medio, tiraba de él y lo remolcaba
flotando en un nivel de agua que me llegaba a la altura de los tobillos como
puede observarse en una de las fotografías que les anexo, así hasta que
finalmente llegué a la desembocadura del canal con la Laguna de Chile Verde,
la cual al verla, todavía a cierta distancia, no pude contener una sonrisa
de oreja a oreja y una exclamación desde lo más profundo de mi ser: ¡Gracias
Dios mío!.

Desgraciadamente este día se me cayó la cámara al agua y pues dejó de
funcionar en ese momento, así que fue un día con doble cara por un lado la
alegría de finalmente poder salir de estos canales que se me hicieron
infinitos y por otro lado la tristeza de haber perdido mi cámara.
Lógicamente me preocupó el perderla por el costo de la cámara en sí, pero lo
que más me preocupaba era el no poder hacer fotos de mi recorrido en la
parte de la Laguna Chile Verde ni del Río Raudales ya que no podría
sustituir mi cámara por otra hasta mi llegada a Raudales. Aunque mi gran
temor era no sólo haber “ahogado” a mi cámara de fotos, sino el haber
también perdido las fotos que hice en los famosos e inolvidables Canales del
Norte, esto es lo que más me hubiera dolido, la buena noticia es que pude
recuperar esas fotos y no se perdieron.

Después de haber recorrido estos canales y haber observado lo intrincado del
recorrido junto con la escasez de agua que existe en alguna zona de los
mismos mi conclusión es que no creo que esta “Ruta Norte” fuera una ruta
seguida habitualmente para acceder a la Laguna de Bacalar por los piratas y
creo que tampoco fuera demasiado utilizada por los contrabandistas ingleses
de palo de tinte ante la dificultad de poder transitar por esta zona de tan
bajo caudal cargando grandes cantidades de madera (a no ser que las
características hidrológicas de estos canales fueran muy diferentes hace 250
años). La ruta que habitualmente debió de usarse, aunque tampoco exenta de
dificultades, debió ser la “Ruta Sur”, es decir la ruta a través del Río
Hondo y el Estero de Chac. Tanto la conexión de la Laguna de Bacalar a
través de los Canales del Norte como a través del Estero de Chac quedaron
representadas y dibujadas en mapas del siglo XVIII y XIX aunque sin mucho
detalle ni exactitud cartográfica como podrán ver en una fotografía que les
anexo de un extracto de un mapa inglés de finales del siglo XIX donde se
reflejan las 2 conexiones y rutas posibles de acceso a la Laguna de Bacalar.

Continuando con mi expedición les comentaré que al llegar a la Laguna Chile
Verde, me dije ¡por fin agua y más agua!, ¡ahora sí a remar sin parar hasta
Raudales!. No me importaba que fueran casi las 4 de la tarde y todavía me
quedaran más de 21 kms. (calculé que haría entre 4 a 4 horas y media en este
trayecto) ahora sí no había forma de perderme, sólo tenía que remar a buen
ritmo para tratar de llegar antes de que se hiciera de noche (o al menos
remar la menor cantidad de kilómetros posibles en condiciones de
obscuridad). De todas formas la primera parte de la navegación no fue tan
fácil, como es la parte más ancha de la Laguna Chile Verde y además soplaba
un fuerte viento del Este había bastante oleaje y tuve que emplearme a fondo
en mi remada. Una vez que pasé la zona más ancha de la laguna cerca ya del
rancho La Lupita, el oleaje se calmó y todo fue mucho más fácil.

Desgraciadamente no puedo anexarles fotos de esta parte del recorrido por lo
que les comenté que le pasó a mi cámara, pero decirles que es una zona
bonita y muy interesante con colores cambiantes del agua, de tonos azulados
a verdes esmeraldas, según la profundidad de la zona o según si te
encontrabas en la Laguna Chile Verde o en su continuación hacia el Sur que
es el Río Raudales. Durante el recorrido hay algunas zonas pedregosas con
las que hay que tener cuidado sobre todo ya en el Río Raudales.

Todo este trayecto de 21 kms. es una zona en la que existen algunos
ranchitos, aunque en general es un área bastante deshabitada, no ví a
ninguna persona en toda esa ruta hasta que no estuve bastante cerca del
poblado de Raudales.

En la Laguna de Chile Verde pude observar a una pareja de águilas pescadoras
(Pandion haliaetus) que me sobrevolaron mientras remaba entre las olas
encrespadas de la laguna.

Comentarles que también en esta zona, por su aislamiento y las condiciones
selváticas y de la existencia de bastante agua, es habitual encontrar
huellas y signos de la presencia del Tapir o Danto (Tapirus bardii),
aunque no tuve la suerte de cruzarme con ninguno. Comentarles a los que lo
desconozcan que este animal, que pesa más de un cuarto de tonelada, es el
mayor de los mamíferos terrestres (aunque tiene costumbres anfibias) que
habitan las zonas de humedales y también su presencia es un indicador de la
buena salud del ecosistema. En maya al Danto se le llama Tzimin y es el
mismo nombre que los mayas usan para denominar al caballo, ya que cuando
los españoles introdujeron el caballo en estas tierras, los mayas le
encontraron cierto parecido y realmente no andaban equivocados ya que tanto
el caballo como el Danto pertenecen, según su clasificación científica, al
mismo Orden de los Perisodáctilos.

Tras remar sin parar unas 4 horas y ya habiendo anochecido, vislumbré la luz
y escuché el sonido de la música proveniente de los poblados de Raudales y
de Laguna Guerrero a los cuales les separa el Río Raudales, ubicándose cada
uno de ellos a un lado de la orilla de este río quedando unidos por un
pequeño puente y estando a su vez ambos poblados ubicados en la orilla de la
Laguna Guerrero. Había llegado el momento de descansar de esta gran aventura
que había acontecido durante los dos últimos días y recuperar fuerzas
porque todavía podrían esperarme más acontecimientos inesperados.

Les anexo una foto con la imagen satelital del recorrido que hice este día.

Un fuerte abrazo, Luis

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