EXPEDICION DHAULAGIRI 2013
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mai 03
#30: Crónica Telefónica de Juanjo
Published at 09:53
Un solo día en el CB y ya hemos dormido en CII a 6.500m
Tras el bloqueo por las nevadas en el CB italiano y el trabajo titánico conjunto con los 11 porteadores, hemos llegado unos días más tarde de lo previsto al CB del Dhaulagiri.
Toda una jornada dedicada a desempaquetar bidones, repasar material, nivelar espacios en la nevera (picando hielo y sacando piedras) para meter de la forma más nivelada posible las tiendas de campaña, hay que hacerlo con el máximo cariño, dormiremos todo un mes encima de 100m de hielo.
Ya nos conocemos y sabemos de nuestra impaciencia alpina, a pesar de la falta de aclimatación, al segundo día de llegar al CB a 4.646m nos decidimos a hacer una subida al CI, donde pasaremos supuestamente una noche. Hay que hacer una apuesta: somos atrevidos? o conscientemente inconscientes? Al no conocer la ruta, la primera liada la tenemos al salir a las 2 de la madrugada: una vez cruzada la nevera, iniciamos un punto crítico que es la travesía del que se conoce como la pared del Eiger (por su similitud con la montaña alpina). Encaramos un couloir muy vertical; entre el viento, la oscuridad de la noche y el decorado “himalayo” con nieve reciente, no acertamos correctamente la ruta, no encontramos la cuerda que ha instalado la expedición polaca que lleva dos semanas en la montaña. Y nos sale una variante curiosa, sobre todo cuando la vemos a plena luz del día.
El trayecto hasta el CI se nos hace interminable, una barbaridad. Estamos nueve horas y media abriendo traza, pisando nieve blanda y profunda, cada collado, cada giro, cada “plateau” pensamos y deseamos que sea el emplazamiento del CI. Subimos los tres abriendo traza a turnos, nuestro porteador de altura llega una hora más tarde y vuelve al CB.
Al mediodía coincidimos con el equipo polaco que retorna del C II al CB. Este hallazgo, a pesar del cansancio, una vez hidratados nos hace decidir irremisiblemente que en lugar de bajar al CB, al día siguiente haremos una punta de aclimatación, pues vamos muy retrasados con respecto a los otros compañeros.
En la jornada siguiente hacemos una punta de altura hasta 6.300m; ha vuelto a nevar y hemos tenido que abrir huella otra vez. Esta segunda noche en el CI ya ha sido más tolerable para nuestro organismo. Aquí no acaba la cosa: decidimos -ya que estamos en altura y la climatología no es del todo adversa- montar una tienda en la CII, a 6.500m, y pasar la noche. La lentitud de nuestros pasos era pasmosa, el esfuerzo agotador, nos faltaba el aliento, nuestra aclimatación no era para tirar cohetes, éramos conscientes, pero estábamos aclimatando a golpe de mazo. Era necesario escoger bien la ubicación para la tienda dado que es el inicio de una arista conocida fatídicamente por sus avalanchas …
Es muy difícil que pueda describir la noche a 6.500m. Ni los ibuprofeno hacían el más mínimo efecto: la falta de oxígeno, la diferente presión atmosférica, rechazábamos que nuestro organismo estuviera en esas condiciones. Los tres dábamos vueltas dentro del saco, no había posición ideal, todo era un sadomasoquismo. Qué noche más larga! Alguien dijo que era como un tormento, que qué habíamos hecho para merecer tal maleficio.
A las cinco de la mañana ya estábamos deshaciendo nieve para hacer una infusión, en posición más vertical y con luz de día, las cosas se veían de otra manera. Teníamos la cara desencajada, pero los tres teníamos el convencimiento de que con nuestro esfuerzo habíamos encajado a la fuerza la aclimatación, y empezábamos a estar a la altura de la otra expedición para trabajar conjuntamente en la montaña.
Hemos estado más días en altura que en el propio CB. Si queremos conseguir estar a la altura de la montaña hay que invertir. Ahora ya estamos de regreso a la tienda comedor, y los pequeños placeres retornan a la cotidianidad.
Unas jornadas de descanso merecido y preparados para equipar la arista del C III.
Juanjo Garra
Tras el bloqueo por las nevadas en el CB italiano y el trabajo titánico conjunto con los 11 porteadores, hemos llegado unos días más tarde de lo previsto al CB del Dhaulagiri.
Toda una jornada dedicada a desempaquetar bidones, repasar material, nivelar espacios en la nevera (picando hielo y sacando piedras) para meter de la forma más nivelada posible las tiendas de campaña, hay que hacerlo con el máximo cariño, dormiremos todo un mes encima de 100m de hielo.
Ya nos conocemos y sabemos de nuestra impaciencia alpina, a pesar de la falta de aclimatación, al segundo día de llegar al CB a 4.646m nos decidimos a hacer una subida al CI, donde pasaremos supuestamente una noche. Hay que hacer una apuesta: somos atrevidos? o conscientemente inconscientes? Al no conocer la ruta, la primera liada la tenemos al salir a las 2 de la madrugada: una vez cruzada la nevera, iniciamos un punto crítico que es la travesía del que se conoce como la pared del Eiger (por su similitud con la montaña alpina). Encaramos un couloir muy vertical; entre el viento, la oscuridad de la noche y el decorado “himalayo” con nieve reciente, no acertamos correctamente la ruta, no encontramos la cuerda que ha instalado la expedición polaca que lleva dos semanas en la montaña. Y nos sale una variante curiosa, sobre todo cuando la vemos a plena luz del día.
El trayecto hasta el CI se nos hace interminable, una barbaridad. Estamos nueve horas y media abriendo traza, pisando nieve blanda y profunda, cada collado, cada giro, cada “plateau” pensamos y deseamos que sea el emplazamiento del CI. Subimos los tres abriendo traza a turnos, nuestro porteador de altura llega una hora más tarde y vuelve al CB.
Al mediodía coincidimos con el equipo polaco que retorna del C II al CB. Este hallazgo, a pesar del cansancio, una vez hidratados nos hace decidir irremisiblemente que en lugar de bajar al CB, al día siguiente haremos una punta de aclimatación, pues vamos muy retrasados con respecto a los otros compañeros.
En la jornada siguiente hacemos una punta de altura hasta 6.300m; ha vuelto a nevar y hemos tenido que abrir huella otra vez. Esta segunda noche en el CI ya ha sido más tolerable para nuestro organismo. Aquí no acaba la cosa: decidimos -ya que estamos en altura y la climatología no es del todo adversa- montar una tienda en la CII, a 6.500m, y pasar la noche. La lentitud de nuestros pasos era pasmosa, el esfuerzo agotador, nos faltaba el aliento, nuestra aclimatación no era para tirar cohetes, éramos conscientes, pero estábamos aclimatando a golpe de mazo. Era necesario escoger bien la ubicación para la tienda dado que es el inicio de una arista conocida fatídicamente por sus avalanchas …
Es muy difícil que pueda describir la noche a 6.500m. Ni los ibuprofeno hacían el más mínimo efecto: la falta de oxígeno, la diferente presión atmosférica, rechazábamos que nuestro organismo estuviera en esas condiciones. Los tres dábamos vueltas dentro del saco, no había posición ideal, todo era un sadomasoquismo. Qué noche más larga! Alguien dijo que era como un tormento, que qué habíamos hecho para merecer tal maleficio.
A las cinco de la mañana ya estábamos deshaciendo nieve para hacer una infusión, en posición más vertical y con luz de día, las cosas se veían de otra manera. Teníamos la cara desencajada, pero los tres teníamos el convencimiento de que con nuestro esfuerzo habíamos encajado a la fuerza la aclimatación, y empezábamos a estar a la altura de la otra expedición para trabajar conjuntamente en la montaña.
Hemos estado más días en altura que en el propio CB. Si queremos conseguir estar a la altura de la montaña hay que invertir. Ahora ya estamos de regreso a la tienda comedor, y los pequeños placeres retornan a la cotidianidad.
Unas jornadas de descanso merecido y preparados para equipar la arista del C III.
Juanjo Garra
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