EXPEDICION DHAULAGIRI 2013
Dispatches
- 2013-07-19
- 2013-07-18
- 2013-06-11
- 2013-06-10
- 2013-06-06
- 2013-06-05
- 2013-06-03
- 2013-06-01
- 2013-05-30
- 2013-05-29
- 2013-05-29
- 2013-05-27
- 2013-05-26
- 2013-05-26
- 2013-05-24
- 2013-05-24
- 2013-05-24
- 2013-05-23
- 2013-05-21
- 2013-05-21
- 2013-05-21
- 2013-05-20
- 2013-05-20
- 2013-05-19
- 2013-05-18
- 2013-05-17
- 2013-05-16
- 2013-05-14
- 2013-05-13
- 2013-05-09
- 2013-05-08
- 2013-05-07
- 2013-05-03
- 2013-05-02
- 2013-04-30
- 2013-04-28
- 2013-04-26
- 2013-04-26
- 2013-04-25
- 2013-04-25
- 2013-04-24
- 2013-04-24
- 2013-04-24
- 2013-04-21
- 2013-04-21
- 2013-04-20
- 2013-04-17
- 2013-04-16
- 2013-04-15
- 2013-04-15
- 2013-04-15
- 2013-04-14
- 2013-04-12
- 2013-04-11
- 2013-03-24
- 2013-03-24
- 2013-03-15
- 2013-03-09
- 2013-02-23
- 2013-02-23
- 2013-02-20
- 2013-02-18
mai 09
#33: Crónica desde CB
Published at 11:30
Hola de nuevo, os dejo la crónica recibida hoy de Juanjo. Gracias a todos por seguir la Expedición Dhaulagiri 2013.
Saludos.
Cotidianidad de una expedición en pequeñas dosis (1)
Pese a que el campo base está situado en un lugar aparentemente inhóspito, encima de una agreste glaciar que tiene vida propia, frío y desangelado, cuando llegas de trabajar unos días intensos y comprometidos en los campos de altura, este espacio se convierte en referencia de salvación: estamos casi como en casa! (Pues, alguien preguntaria, cuales deben ser las condiciones en altura?) Indescriptible: Tu tienda, la ropa limpia, tu música, la lectura, el diario personal, el cocinero que se deshace en atenciones, un aseo (retrete en equilibrio permanente), el aire que a 4.646 m es menos denso, las tertulias en la tienda comedor ...
Cuando nos envían un email, realmente lo leemos con detenimiento? O simplemente hacemos lo de izquierda a derecha y de arriba a abajo? Este es el caso de un buen amigo de los medios de comunicación, que a pesar de haberle enviado en varias y repetidas ocasiones nuestros horarios y coordenadas de contacto, siempre intenta contactar cuando no toca. En Nepal disfrutamos 3'45 h de diferencia positiva al respecto de nuestra casa. En alguna ocasión hemos llegado a hablar desde dentro del saco de dormir! Un consejo, dedique más atención a leer los correos electrónicos como quisiera el que los redacta.
Varias estaciones a lo largo de un día. A los primerizos Enrique y Javier, les sorprende esta generación de vida que rodea el glaciar del Chhonbardan. En una misma jornada, iniciamos el periplo con el otoño a primera hora, fresquita agradable. A media mañana la primavera hace acto de presencia, el sol empieza a tener más fuerza, algún pajarito se acerca a piar en nuestra cocina (no se de dónde salen!). Después de comer, una verdadera eclosión sale de todas partes. El verano se acerca, si hace sol, es difícil hacer la siesta en la tienda de campaña, el glaciar se transforma en pequeños riachuelos cada vez más caudalosos y risueños, no es ninguna broma intentar cruzarlos, la hora de los aludes se sucede. A partir de las cinco de la tarde, el otoño y el invierno se dan la mano y avanzan juntos, el frío empieza a morder de repente. Sombreros, guantes, pantalones de pluma, descansos del Decarthon, son la indumentaria idónea para estar cómodo en el campo base. Nos vemos rodeados por las nubes que acuden religiosamente a la cita de cada tarde, suben del fondo de la húmeda valle que nos precede. Empieza a nevar ...
Habeis pensado donde tienen la nevera nuestros cocineros en el campo base? El otro día Ashish, el ayudante de cocinero, de forma ya convenida, descendió un buen trozo del valle al encuentro de unos portadores que traian carne fresca a los alpinistas del campo base. Este bien preciado, se conserva en un agujero hecho en la propia nevera sobre la que desarrollamos la vida cotidiana. Siempre está a la misma temperatura y no hay que pagar la factura de la compañía de la luz!
Omitir y Ashish son nuestros cocinero y ayudante de cocina. Entre otras virtudes, siempre tienen una buena sonrisa en su expresión. Cuando la jornada del 25 de abril llegamos en una duradera etapa de 9 agotadoras horas, al punto que consideramos adecuado para establecer nuestro campo base; su reducto de trabajo, fue el que precisó toda nuestra atención. Todos con la misión de rescatar piedras grandes en medio del hielo. Primero construir una forma de u rectangular (de unos 60 cm de altura) encajando piedra seca como en Les Garrigues, en donde poder hacer la despensa y banco para sentarse. Después una gran mesa de piedra encajada en medio de esta U, donde en condiciones de trabajo exigentes por el frío, poder instalar la cocina de gasolina inyectada a presión manual, manipular los alimentos y tener las diversas ollas a punto. Continuamente hay actividad y conversación en este acogedor espacio que esta cubierto por un toldo en forma de tienda canadiense.
A algún recién llegado, le sorprende la actividad nocturna que hay en la calle donde vivimos, llamado glaciar del Chhonbardan. Al contrario de lo que podría suceder en nuestro país, que un fin de semana por la noche te podría sacar de un reparador sueño, una celebración de estudiantes bañada en el primer encuentro etílico, una discusión de tráfico, el camión de la basura ... aquí es la naturaleza la que se manifiesta de la forma más soberbia. En medio de la noche hemos aprendido poco a poco a conciliar diversos ruidos. El crepitar de la nevera, esta tiene vida propia y empuja valle abajo, el crujir del encaje del hielo es un chasquido seco, instantáneo e inequívocamente contundente. El de los aludes, son como el que vive cerca la estación de trenes y sufre el cercanías de las cinco. Cada tarde nieva y las pendientes de la montaña se cargan, por la ley de la gravedad y el capricho del asiento de la nieve, esta cae, se desprende de la montaña y forma un espectáculo visual impresionante, conformando un ruido en el tiempo duradero, estresante, agudo y con carácter propio. Otro ruido clásico de un campo base son las ráfagas de viento, que siempre van acompañadas de un "ostras que tengo aireando el saco sobre la tienda de campaña", o un despertar a media noche aguantando la tienda porque tienes el convencimiento de que saldrá volando como una alfombra mágica y tu sin tener el carné de parapentista …
Juanjo Garra
Saludos.
Cotidianidad de una expedición en pequeñas dosis (1)
Pese a que el campo base está situado en un lugar aparentemente inhóspito, encima de una agreste glaciar que tiene vida propia, frío y desangelado, cuando llegas de trabajar unos días intensos y comprometidos en los campos de altura, este espacio se convierte en referencia de salvación: estamos casi como en casa! (Pues, alguien preguntaria, cuales deben ser las condiciones en altura?) Indescriptible: Tu tienda, la ropa limpia, tu música, la lectura, el diario personal, el cocinero que se deshace en atenciones, un aseo (retrete en equilibrio permanente), el aire que a 4.646 m es menos denso, las tertulias en la tienda comedor ...
Cuando nos envían un email, realmente lo leemos con detenimiento? O simplemente hacemos lo de izquierda a derecha y de arriba a abajo? Este es el caso de un buen amigo de los medios de comunicación, que a pesar de haberle enviado en varias y repetidas ocasiones nuestros horarios y coordenadas de contacto, siempre intenta contactar cuando no toca. En Nepal disfrutamos 3'45 h de diferencia positiva al respecto de nuestra casa. En alguna ocasión hemos llegado a hablar desde dentro del saco de dormir! Un consejo, dedique más atención a leer los correos electrónicos como quisiera el que los redacta.
Varias estaciones a lo largo de un día. A los primerizos Enrique y Javier, les sorprende esta generación de vida que rodea el glaciar del Chhonbardan. En una misma jornada, iniciamos el periplo con el otoño a primera hora, fresquita agradable. A media mañana la primavera hace acto de presencia, el sol empieza a tener más fuerza, algún pajarito se acerca a piar en nuestra cocina (no se de dónde salen!). Después de comer, una verdadera eclosión sale de todas partes. El verano se acerca, si hace sol, es difícil hacer la siesta en la tienda de campaña, el glaciar se transforma en pequeños riachuelos cada vez más caudalosos y risueños, no es ninguna broma intentar cruzarlos, la hora de los aludes se sucede. A partir de las cinco de la tarde, el otoño y el invierno se dan la mano y avanzan juntos, el frío empieza a morder de repente. Sombreros, guantes, pantalones de pluma, descansos del Decarthon, son la indumentaria idónea para estar cómodo en el campo base. Nos vemos rodeados por las nubes que acuden religiosamente a la cita de cada tarde, suben del fondo de la húmeda valle que nos precede. Empieza a nevar ...
Habeis pensado donde tienen la nevera nuestros cocineros en el campo base? El otro día Ashish, el ayudante de cocinero, de forma ya convenida, descendió un buen trozo del valle al encuentro de unos portadores que traian carne fresca a los alpinistas del campo base. Este bien preciado, se conserva en un agujero hecho en la propia nevera sobre la que desarrollamos la vida cotidiana. Siempre está a la misma temperatura y no hay que pagar la factura de la compañía de la luz!
Omitir y Ashish son nuestros cocinero y ayudante de cocina. Entre otras virtudes, siempre tienen una buena sonrisa en su expresión. Cuando la jornada del 25 de abril llegamos en una duradera etapa de 9 agotadoras horas, al punto que consideramos adecuado para establecer nuestro campo base; su reducto de trabajo, fue el que precisó toda nuestra atención. Todos con la misión de rescatar piedras grandes en medio del hielo. Primero construir una forma de u rectangular (de unos 60 cm de altura) encajando piedra seca como en Les Garrigues, en donde poder hacer la despensa y banco para sentarse. Después una gran mesa de piedra encajada en medio de esta U, donde en condiciones de trabajo exigentes por el frío, poder instalar la cocina de gasolina inyectada a presión manual, manipular los alimentos y tener las diversas ollas a punto. Continuamente hay actividad y conversación en este acogedor espacio que esta cubierto por un toldo en forma de tienda canadiense.
A algún recién llegado, le sorprende la actividad nocturna que hay en la calle donde vivimos, llamado glaciar del Chhonbardan. Al contrario de lo que podría suceder en nuestro país, que un fin de semana por la noche te podría sacar de un reparador sueño, una celebración de estudiantes bañada en el primer encuentro etílico, una discusión de tráfico, el camión de la basura ... aquí es la naturaleza la que se manifiesta de la forma más soberbia. En medio de la noche hemos aprendido poco a poco a conciliar diversos ruidos. El crepitar de la nevera, esta tiene vida propia y empuja valle abajo, el crujir del encaje del hielo es un chasquido seco, instantáneo e inequívocamente contundente. El de los aludes, son como el que vive cerca la estación de trenes y sufre el cercanías de las cinco. Cada tarde nieva y las pendientes de la montaña se cargan, por la ley de la gravedad y el capricho del asiento de la nieve, esta cae, se desprende de la montaña y forma un espectáculo visual impresionante, conformando un ruido en el tiempo duradero, estresante, agudo y con carácter propio. Otro ruido clásico de un campo base son las ráfagas de viento, que siempre van acompañadas de un "ostras que tengo aireando el saco sobre la tienda de campaña", o un despertar a media noche aguantando la tienda porque tienes el convencimiento de que saldrá volando como una alfombra mágica y tu sin tener el carné de parapentista …
Juanjo Garra
Comments